Thursday, December 6, 2007

Identidades alternas

“Déjame atravesar el viento sin documentos
que lo haré por el tiempo que tuvimos.”

-Los Rodríguez


Si alguem casara conmigo, yo ganharía uma carteira de indentidade, quem sabe si uma carteira de trabalho, quem sabe si então e consiguiria alugar um filme, quem sabe si fico ou não. Creo que mi rostro ya es familiar en Porto Alegre, por lo menos para el panadero, la cajera del supermercado, los vecinos, la galera. A veces, comoquiera, tengo identidades alternas.

Digamos que meu chefe prefiere imaginar que nos conocimos en Londres mientras él comía embutidos con pan duro y yo hacía estudios de posgrado. Fue entonces cuando ele ganhou aquelas cicatrices que tem nas muñecas, ahí donde se junta el brazo con la mano. Dos surcos profundos como de navaja, mal costurados en unas manos sin uñas. Namoramos durante algun tiempo, parece. Eso dice él. Yo no lo recuerdo. Nunca estuve en Londres.

Apareció, también, un palito en el interruptor de luz del corridor de meu predio. La coitadinha mal comida da minha vezinha, deduce que los culpables são aqueles dois cabeludos maconheiros do terceiro andar e a vagabunda urugaia que mora con eles. Es fácil adivinar lo que dice una vecina cuando se te cae un pieza de ropa que tenías pendurada y va a parar a su patio trasero. No le gustan las visitas, ni los cabeludos, ni los maconheiros, ni las vagabundas, ni las uruguaias.

Ahora, a Matos le faltan a penas horas, un conjunto de muchos minutos, una cantidad considerable de segundos, para abandonar Porto Alegre, the enloqueceted brothers, the enloqueceted sister y Meia-noite, la recuperada. Anoche lo despedíamos de nuevo, como desde hace una semana. Carne, más carne, cerveza, un alemán y yo, la única chica. Cuando llego a la cocina tinham uma galera e um cara de costas, cortando a batata que explicaba “...a argentina, namorada do paraíba...”. Todo lo que yo no soy.

En Marruecos, me hablaban árabe mujeres con los ojos pintados de kohl. En París, los viejitos paraban a pedirme direcciones. En México, me llamaban güerita en el mercado público. Y es como si mi cara pecosa y sardienta fuera un facsímil irrazonable de cualquier cosa. Y yo no nací en el Sur, y nunca tinha conhecido estas terras, y, desde mi subjetividad, tampoco nací en América Central. Nunca se me ocurrió definirme a partir de la tierra, yo siempre me había ubicado en el mar y me achaba criatura de ilha.

Aquella noche

La mamá de Medianoche tomaba una copa de vino. La mamá de Medianoche fumaba um bek. La mamá de Medianoche se despedía. La mamá de Medianoche no pensaba en Medianoche cuando veía por la ventana caer rayos, truenos, centellas y litros y litros de agua, como si de repente el mar su hubiese invertido.

Stanis preguntó por la niña de nariz mojada y pupilas negras, si se mojaba, si tenía miedo, allá atrás, en la terraza. Stanis ni siquiera era muito chegado con ela. Stanis preguntó y la mamá de Medianoche sorbió el vino de su copa verde y él llamó la lluvia de furacão y la convenció de guarecer la niña en el cuarto de servicio.

La mamá de Medianoche llegó a la terraza y vió una inundación. Vió la cajita de Marlboro Light y dijo, Ven, minha filha. Vamos sair daquí. Y cuando se agachó para agarrarla Upa, la caixinha estaba vacía. “Alguem vio Meia-noite?” dijo Biel con cara de pocos amigos. La puerta de la cocina estaba abierta.

La mamá de Medianoche salió inmediatamente a inspeccionar cada andar del predio por si Medianoche había ido a casa del vecino, por si lloraba en la escalera. Nada. La mamá de Medianoche se asomó a la calle y sólo vio oscuridad y lluvia. Entonces regresó al terceiro andar. Matos e Ieu batían um papo en la sacada, ajenos. Medianoche no está, interrumpió. Se perdió. Desapareció.

Stanis se mojaba afuera caminando la Lopo Gonçalves de arriba a abajo, silbando. Matos e Ieu también. La mamá de Medianoche también. En la esquina, como en todas las esquinas de Porto Alegre, un maluco desafiaba la cordura y el agua. Fue él que apuntó en la dirección correcta. La mamá de Medinoche lembro de la Travessa dos Venezianos al pasar la bocacalle. Ella dijo: aquí tiene que estar.

Y allí fue que la mamá de Medianoche encontró a Medianoche debajo de un carro, apavorada, do mesmo jeito que aquele primeiro día. Y la menina que fica con duas orelhas cuando Chuc se lo pide, regresó a casa y mora en la sacada y caga y come y me hace feliz.

Monday, December 3, 2007

Wednesday, November 28, 2007

Tuesday, November 27, 2007

El lector

Alguien ya debe haberse imaginado a Ana Sal caminando por las calles de Porto Alegre. Alguien debe haberse imaginado esa extraña figura solitaria, calzada de tacos rojos con un perrito negro en la cartera. Añado más, ahora tiene un lápiz y le ha dado por dibujar y luego, en un acto de heroísmo estúpido arranca la página garabateada y se la regala al modelo anónimo. Pero inmediatamente después se arrepiente y se siente como una idiota. O, ha comenzado a dibujar puentes y árboles y a esos no se les puede regalar nada.

Ana Sal sólo hace lo que le gusta, sólo dice lo que le gusta, sólo escucha lo que le gusta. Ana Sal es editada y edita todo el tiempo y su vida es un pastiche de todo lo que nunca fue. Por ejemplo, Ana Sal nunca cuenta que esta harta de ciertas actitudes. De ciertas espiritualidades alternativas que la censuran. Nunca cuenta que lo nasalado le duele a veces en los oídos. Que no quiere que regalen a Medianoche bajo ninguna circunstancia, porque ella no se va para ninguna parte como se han ido, se están yendo y se irán Tió, Matos y Biel.

Ana Sal se preocupa seriamente as vezes de que ella es la única que se queda.

Monday, November 26, 2007

Sapeca es una palabra

Sapeca es una palabra que yo no sé lo que quiere decir, pero debe ser algo así como sabijonda, una palabra que a Luz le encanta. Eso es lo que es Medianoche, según la opinión bastante generalizada de los transeúntes de Cidade Baixa y los visitantes de Redenção, los fines de semana, cuando le entra el ataque de locura lúcida y trae medias, una flauta dulce o le roba los juguetes a otros perros. También me trae amigos que se encuentra a veces y como es una cadelinha bilingüe, me los trae hispanoparlantes, sin camisa y de dreads. Para tener cuatro patas tiene una puntería asombrosa. Esa contrallá es Medianoche ahora y la otra, la que toma siestas con la cabecita apoyada en mi teta.

Matos, Ieu, Sol, Luana, Chuc, Biel y hasta Tió hacen apariciones esporádicas de segunda a sesta y los finales de semana. Me ocupan los días y los rincones de este enorme apartamento vacío, donde no puedo dejar de encontrármelos como mecheros, changas, garrafas vacías de cerveza o libros. Todo está bien con unos cuantos reais a menos. Leo y a veces consigo escribir. Trabajo, como, duermo, riego las plantas.

Visitas vienen. Viene Ángela en la última mitad de Janeiro. Viene con un pote de adobo en la maleta, estoy segura. Y yo quiero que venga. Quiero que venga tanto. Quiero tanto ese pote de adobo. La quiero tanto a ella. Pero me intimida, lo confieso. Me intimida porque se que Ángela no podrá evitar recordarme que duermo en el piso, que el humo debilita mis pulmones, que olvido mi lengua y todas esas otras cosas que sólo Ángela percibe y que sólo a Ángela le importan. Ella ve a venir y me va a recordar todas las cosas que hecho de menos, que no se bien cuales son. A veces son como el mofongo, que podría recrear si supiera como se dice plátano en portugués y entonces lo podría encargar en el mercado público. Pero no sé. A veces son como el agua salada, como el universo azul donde vuelvo a ser partícula, gota, diminuta isla flotante. Y a veces, últimamente, es a Pedro a quien extraño, aunque ni yo misma se por qué.

El pañuelo blanco

Ahora que me he convertido en una de esas personas que se desmayan debería parar con todos esos vicios que bajan la presión como la parcha, mejor conocida como maracuyá y la maconha, mejor conocida como Sergio. Esa es la clave entre Matos, Ieu y yo. ¿Sergio está contigo? ¿Ya fuiste a buscar a Sergio? Y así posso falar desde cualquier um lugar. Por ejemplo, pedir prestado el teléfono del trabajo, aunque ya no lo necesito. Biel es tan y tan querido que habilitó una cuenta a su nombre para que yo no llorase más. Y yo ya no lloro más. Y, en fato, voy a llorar menos desde el sábado en adelante, porque también vienen a instalar la maravillosa cibered que me permite ser persona. Y ya no voy a llorar más nunca porque Matos me va a llevar a la playa de Jericoacoara y voy a despedir el año del cerdo vestida de blanco.

Tuesday, November 13, 2007

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Tuesday, November 6, 2007

Fecha de expiración

Yo sé que ya no me quieres. Ya no existen expectativas, supongo. Esta es la que hay. Es hora de devolverte las llaves. Es hora de prepararme, porque sé por experiencia que las saudades están a la vuelta de la esquina.

Hoy al regresar del trabajo por la Goethe decidí parar en tu casa. Esta vez, por primera vez, me avisé. Será que lo presentía. Lo presentía sí, pero no lo esperaba.

No tiene nada que ver pero hoy me acorde de Tió. Tió y yo un día en la playa. Tió de mi lado sin desviar la mirada de una de esas bundas tamaño king-size. Tió reclamando de mis curvas tímidas, recomendándome una dieta de arroz con porotos. Tió impresionado ante la Venus de Hottentot, ante esas dimensiones despampanantes dignas de un freak show. Realmente era para impresionarse.

En el camino de Adriana hasta Vicentina me abotoné la chaqueta hasta el cuello. (Nunca ha sido mi intención seducir) Ya estamos en noviembre y ha vuelto el frío. Una camioneta reduce la velocidad de mi lado. Alguien baja el vidrio. Adentro cuatro caras me gritan cosas en portugués. No respondo nada, pero me aseguro de sostenerles la mirada sin parpadear, sin sonreír, sin expresar sentimiento alguno. La escolta continúa a pasos de cortejo fúnebre hasta Pronto Socorro.

Al tomar la Venâcio Aires revientan las represas. Siento ese líquido caliente mojándome la cara y ese líquido imprevisto es como orina fugitiva chorreando entre mis piernas un día cualquier de Mar Caribe. Más caliente que el resto del agua, más secreto que el resto de la sal.

Yo quiero oír de tu boca

Yo quiero oír de tu boca, con tu sotaque gauchito, los cuentos de Caio Fernando y que me hagas gemir. Te observo inhalar mudo y concluyo: maconheiro + new age + macrobiótico + yoga + Redenção + Meianoite + afro + bici de 1950 = Xiro, el payaso. Me muero por dibujarte, por hacerte una foto, por perpetuar eternamente esa tu nariz chata, ese el caracol de tu oreja, esos tus dientes de fumador. Me impresiona la perfección sosegada de tu cuerpo desnudo, tus pupilas permanentemente dilatadas, tu silencio, que cuando se quiebra jadeando en mi oído, se esfuma en sin sentidos antes que consiga atraparlo. Léeme, por favor.

La cafetera rosa llego por correo dos días después de dormir con el payaso, aunque él no bebe café. Ella había cruzado el Atlántico de avión. Ella, cuando hay tanta gente que nunca ha volado. Con ella, venían de lado una minifalda apavorantemente corta y una hamaca con un gigantesco emblema patriota.

La hamaca que fue colgada en el balcón, era para exhalar con Luana y verla viajar como vuelan los pájaros. Luana, la de oscuras pupilas brillantes, rió hasta doblarse a la mitad con la historia de la cafetera y con la historia de Xiro, el payaso. A Luana la quiero ver con la minifalda puesta, yo. Yo, con la minifalda puesta, quiero ver a Luana un día para que nos tomemos un café colado en la cafetera rosa. .

Tuesday, October 30, 2007

Después


Antes



Circular

Medianoche me ha salido muy compañera. Ella se recupera favorablemente de su pasado como viralata, ahora supera en peso y actitud a una paloma gorda. Aún así, a veces se cansa en el camino desde Vicentina hasta Adriana. Es entonces cuando me la meto en la bolsa, así, como echarme dos pesetas al bolsillo. Ella va ahí quietecita, y en el brique la gente la acha muito fofa. Y me hacen comentarios, de los lindos. Me dicen: esos dan cariño genuino. Me dicen: ellos sólo necesitan su ração. Y Medianoche ya ha aprendido a cheirar otros perros y aspirarle las esquinas a la calle, que siempre huele a mijo seco.

Cuidarla é foda, bueno para ejercitar la paciencia. Yo pego ela y la llevo para la rua, siempre de noche. A mi me gusta pasar por la Travessa dos Venezianos, a Medianoche le encanta la José Patrocinio afterhours. Ella es de pararse en Opinião a olisquear cada un cara que está fumando um mek. Esa Medianoche es un imán para la buena suerte.

Un día paseando con ella me encontré un purrón de cemento, de esos que ponen en las tumbas con flores artificiales, de esos en que Luz cultiva esas plantas llamadas Carasdecaballos. La maseta vacía después de yo haber tirado las flores pesaba libras o kilos, pero muchas. Dahí eu pegei ela y la subí por las cuatro escaleras hasta mi puerta y porpoco se me quiebra el porvenir. La bote en el balcón y aínda está vacía esperando que eu llene ela con una plantinha bien verdinha.

Puerto Purple




Wednesday, October 24, 2007

Los zapatitos

No me aprietan. Me quedan perfectos, rojos. Tienen un salto de três andares y siete pisos, para lanzarme taca abajo y quebrarme la rompe-cabeça. Son los zapatos de cumpleaños, mi nueva arma de seducción ahora que tengo um colchóón gigante em que puedo dar vuelta y vuelta como uma panquequa, um crêpe, um xis nojento. Sin entusiasmarme demasiado, que todavía no tengo cama, pero colchón es um paso hacia adelante com mis nuevos zapatitos rojos, uma señal inequívoca de sedentarismo. No hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar, no hay lugar como el hogar.

Y ese lar de segunda mano, OZ, colchón o matre, lecho de sábanas descombinadas, de lençóis emprestados, de sacos de dormir abiertos y almohadas de viajeros será la sede de mí. Grandes días lê esperan. Ya me lo decía Cristóbal que lo tengo tan bien merecido, que de la pela que lê voy a dar lê sacaré el jugo de alguna misteriosa fruta brasileira. Caju o guaraná, quién sabe. Dormir, leer, escribir, fumar, comer, transar, chingar y esse tipo de cosas. Em el colchón de noche y a deshora, como em el escritório.

He combinado com Ieu que dividirá conmigo el aniversario y la fiesta. Iré de zapatos rojos y alguna outra cosa (poca cosa) para celebrar los veintitres otoños pasados y esta primavera que desde los flamboyanes azules se despetala sobre la rua. Ieu habrá invitado a la novia de Igor, pero me faltarán mi querido Matos y me querido Tió que van de avión a alguna parte. Nada de protectores. Si me caigo de los tacos rojos y me mato, tendrán que adelantar el regreso para no perderse también el funeral. Que me velen com los saltos rojos puestos, por favor.

Monday, October 15, 2007

Medianoche


Medianoche se llama como mi sándwich favorito, ese que tiene pernil y queso suizo. Vive debajo de la pileta. Sale sólo para comer. No llora. No hace nada. Se queda ahí y tiembla.

Un impulso inexplicable me dió con redimir a Medianoche ese día que caminaba por la Lopo Gonçalves y la encontré debajo de un carro, apavorada. La experiencia me dijo que acababa de atravesar por algún episodio traumático y necesitaba ayuda. Tal vez la habían botado del trabajo. Quizás acababa de llegar a Porto Alegre.

Chuc, Biel y yo la hemos adoptado temporeramente, yo un poco más que Chuc o Biel, pero los tres concordamos que Medianoche necesita una familia fija, preferiblemente de este lado del río.

El resto del fin de semana transcurrió sin eventualidades. Me perdí a la novia de Igor en bikini por causa de la rubéola. Mejor dicho, el pináculo fue asistir al bienal, esa noche en que todos los museos están abiertos. Conocí a Öyvind Fahlström. Recorrí una buena parte del Buenos Aires Tour. Casi no puedo resistir el impulso de copiármelo, con cualquiera de los puertos que habito.

Wednesday, October 10, 2007

Portunhol

Los sábados por la mañana Porto Alegre se levanta con resaca.
Ella, siempre tan arrumadita tiene a esa hora temprana
un barullo de carros bagunceiros y un rumor verde de árboles.
Ella, se apaga la luz en sus cielos grises cuando llueve
y en los portales los mendigos miran con grandes ojos de luna,
y las aceras juegan ajedrez con tus zapatos cada detalle.
El río le corre como una vena fresca, jamás mutilada,
siempre tan verdiazul, de ese color de asfixia de la muerte.
Y sus caras como acertijos o malabares de colores,
como para devolver la mirada o hervirlas un poco a fuerza de ojos.
Porto Alegre de ventanas y cerrojos y flores ocasionales.
Porto Alegre, atravesar Redenção a las doce de la noche con una almohada
es como decir una huérfana o un marginal, como decir ficou.
Los gatos seducen tus tejados y la ropa pendura tus ventanas o,
eles malucos sentándosete en las esquinas a charlar la plática de su locura,
Todo llorado con tu perpetua lluvia es lo que tienes en tus ruas.
Y en tus calles esos edificios con nombres de mujer de vida.
Y eso que no ha llegado el domingo pra te falar, Vicentina.

Mi propiedad o "tengo"

4 vasos
Papel de baño
Jabón de lavar la loza
Jabón de sargento
La almohadita colorá
4 tiestos, tres han sido sembrados
de albahaca, lavanda y otras florecitas
1 cajón de mang
ós, minus los mangós
2 maletas llenas de ropa, zapatos, maquillaje y accesorios
El niñito Jesús prieto y el rosario de mi abuela
1 quemador y tres cajitas de incienso aromas
ámbar, clavo y chocolate
Jabón, shampoo, pasta de dientes
Algunos libros en español, inglés y portugués
Unos lápices de colores
Un mechero
Un tarot
Unos malabares
Mi queridísima laptop
Una cámara digital
Un calling card

El destete (versión II)

Bah. Hoy fue el día de esmelanarse a llorar encima de Matos. Llorar por todo lo viejo y lo nuevo, por los mares y los celos y las cosas que acontecen, por la cúpula y los espejos, que son abominables, porque lo que me gano en mi trabajo no me da, porque no tengo cama. Además soy tan burra que falté al trabajo, pero les juro que el jefe no me había dicho lunes y miércoles. Me había sólo dicho miércoles. Pero yo debí suponerlo, estudié en la UPR. Tal vez pronto no tenga ni ese trabajo que paga tan malo pero que tanto necesito.

Le lloré como no lloraba hace mucho, le lloví como un gigantesco nubarron. Y él me consoló y yo lloré. Yo yo lloré más. Y no paraba de llorar y él de consolar. Y entonces agarré la almohada (suya) sniff, sniff y me propuse atravesar Redenção hasta mi casa, como un [vaga]bond.

El camino a casa es largo y está empedrado de miserias, de motivos para la lluvia. He visto la luna en los ojos de los mendigos cuando me miran, que es casi nunca. Yo siempre los miro a ellos para que no se me olvide que existen. Y siempre recuerdo que hoy ya me he comido mi lata de atún, que están secos los calcetines en mis zapatos y que más tarde dormiré en una cama, aunque no sea mía.

La casa está habitada como me dijo Tió, como yo le dije a Tió que él estaba. Quien antes se llamaba Ochún, ahora no tiene nombre, pero se pasea en el pasillo, yendo del cuarto de Biel al mío. No me simpatiza, diría el Chavo, y lo peor de todo es que nadie acredita en su presencia. Un sujeto que se agrada en batir en las puertas! Bah.

Hoy perfila para noche sin sueño, para pesadillas o muertos que me jalen por las patas.

Wednesday, October 3, 2007

To be or not to be

Mi nuevo jefe dice:

- Estaba loco por contratar una mujer,
ya no quiero más GAYS aquí.
- Tu sabes como son los GAYS.
- Yo llamo la sala de los profesores el sauna GAY.
- Esa calle siempre está llena de GAYS.
- Ya verás que cerca de tu casa está lleno de barras GAY.
- Y tus roomates, ¿son GAY?
- Dices “how sweet” sólo si eres GAY.
- Y Londres está lleno de GAYS.
- Y tú sabes, el tipo es GAY.

Ana Sal responde:

- No sé si te mencioné que YO soy GAY.

Recopilación del material en aproximadamente cinco horas. Traducción literal del portugués.

Tuesday, October 2, 2007

El apartamento

Me encuentro quietecita y concentrada comiendo una pizza después de fumar, todavía en casa de Matos. Es la after pizza, porque en verdad, ya nos habíamos comido la pizza casi entera. Es que me dieron los munchies.

Matos es perfecta compañía, un hallazgo raro, un lujo, un personaje en mi historia. Es Matos, el que mide seis con tres o Matos, el que tiene un alma viajera como la mía. Y claro, Matos, el que no hace preguntas, el que se va para Australia tres meses después de haber recogido los escombros de mi aterrizaje forzoso. A veces somos una escena, como cuando salta sobre mi cabeza igual a un gato. Es la celadora de su puerta mi almohada.

De repente, hoy me da miedo pensar que estoy sola y se me ocurre la loca idea de tatuarme debajo del dedo de cada pie, del derecho en rojo, del izquierdo en azul, respectivamente: corageusa y obrigada. Por aquello de las energías activas y receptivas. Y me propongo celebrarlo si llego al año. Y me propongo comprarme una cama si llego al mes. Y ya hoy conseguí trabajo. Y así sucesivamente...

Mi apartamento nuevo, en el que abandonaré a Matos, no tendrá mares (ni celos), pero tendrá un hermoso balcón que plantare de geranios, sábilas y hamacas. Está lleno de proyectos, como un taller de escultura, clases de yoga y un jevo que despierte allí los domingos. Pero sólo lo domingos.

El camino de la casa de Matos a la mía, será el brique de Redenção, mi fiesta de los domingos, y pienso transitarlo chimarrão en mano para sentarme a mirar los malabares sobre la grama caliente o a escuchar las guitarras. Estará Matos, estará Chuc, estará Biel, estará la novia de Igor. Sólo faltarán los mares (y los celos) para evitar incomodidades. Y sólo sentiré saudades de Tió si es que gana el Inter, sino ni su ausencia consigo notar, aunque es mentira.

Quisiera agradecer a mi abuela y a Ángela, a la Virgen del Perpetuo Socorro, a Charlie Rodríguez, a Yemayá, a Nuestra Señora de la Candelaria y al Divino Niño Negro, a Matos, a Tió, a todos los rosarios rezados, a todas las velas prendidas, a todos los pensamientos pensados; a todas la señales de humo que han cruzado el Atlántico. Keep it coming.

Sunday, September 23, 2007

Te lo voy a contar todo

Leonel dice: ¿Y pasó algo?

Ana Sal dice: No quiero hablar de eso.

Leonel dice: ¿No sabes mentir?

Ana Sal dice: Es que no quiero.

Leonel dice: Podrías haber dicho que nada pasó. Podrías haber mentido.

Ana Sal dice: Tú, por ejemplo, podrías haberte quedado callado.

Leonel dice: ¿Cómo callado?

Ana Sal dice: Cuando te dije que no quería hablar. Te quedabas callado... o cambiabas el tema...

Leonel dice: Ah, sí.

Ana Sal dice: Pero ya que insistes, te lo voy a contar todo.


Correrla hasta el final

Hoy es el primer día de un traslado más. Me voy para casa de Matos con mis dos maletas, con todos mis huesos, con la sangre que me reventó en el vientre desde que Tió se puso a administrarme fármacos en contra de mi voluntad.

Lo del trabajo no funcionó, pero eso no es nueva noticia, hacía mucho que no estaba funcionando. Me alegra que no haya funcionado. Sólo que ahora no sé qué. Hace más o menos mucho que no sé qué. Pero será porque ya han sido encendidas las velas y yo nací bajo una estrella infalible.

A la carrera, entre una cosa y otra, así, directo del paquete, saco una carta. No recuerdo su significado y el libro ya está en la maleta. El caballero de espadas. Habrá que buscarlo.

Llego al puerto alegre [nuevamente] debajo de una lluvia que me hace recordar a Paul Verlaine y mi incapacidad de llorar. “Il pleut dans mon coeur comme il pleut sur la ville.” Llego mojada a casa de Tió por última vez, con unas ganas voraces de chuparme los dedos, de arrancar la cal de las paredes y comérmela, de colocarme en posición fetal debajo de su cama. Pero, mientras dura mi breve estadía en él, se me olvida que llueve.

Sólo vuelvo a inundarme hasta la nariz al encontrarme sola en la casa vacía de Matos, mirando la tele muda, porque no consigo encontrar cómo aumentar el volumen. De la misma manera, no consigo abrir una ventana, no consigo prender la estufa sin que huela a gas, no consigo regular el agua caliente de la ducha, leer el reloj de manecillas o distinguir la derecha de la izquierda. Son incapacidades congénitas; me he convencido. Tió ha admirado mi capacidad para lavar la loza en tiempo récord. Matos me ha llamado una genia en el arte de hacer maletas. También hay cosas que hago muy bien.

Con Matos hablo siempre portugués. Lo hago sorprendentemente bien, considerando los pormenores. Agradezco, entre un millón de cosas que agradezco, que aquí no doblen las películas. Los subtítulos me sirven para guiarme a través del silencio. Sólo que ya estoy comenzando a extrañar la lengua de Tió, y la mía, cuando la hablamos.

Me acuerdo de consultar el libro tan pronto me despierto. Por algo despertar se traduce acordar. Leo. “El caballero de espadas intenta el salto hacia lo desconocido. Se dirige hacia la vía del amor, a partir de ahora sólo andará por caminos que tienen corazón. Es el portador de una buena noticia, la solución de un problema.” Río. La lluvia es una belleza, siempre me gustó. Y le he comprado una violeta a Matos, para cuando regrese.

Tuesday, September 18, 2007

Por bonita y por mujer

Por bonita y por mujer, cantaba Luz cuando yo todavía dormía en hamaca, mis dedos corazón y anular izquierdos macerándose en la acidez de mi saliva.

Luz no conoce, y tal vez nunca conozca el puerto alegre, pero ella sabe de la plaza de Gurabo, de los círculos concéntricos los domingos, de los rostros que se saludan en direcciones opuestas, escapando del encaje del abanico que todavía la acompaña.

Luz siempre me dijo y luego Ángela me lo repitió “mejor verte con 100 hombres que con una mujer chismosa.” No sé si mis ángeles con nombres de madre hablaban de cama, pero se puede decir que continúo ilesa luego de muchos rosarios y que hoy más que nunca se cumple su vaticinio.

Hace mucho que no hablo con Luz. Es que además de cama, no tengo teléfono. Ha resultado ser más fácil tomar prestada la primera, que el segundo. Por bonita y por mujer.

Thursday, September 13, 2007

Andarilhos

Leonel Ramos Sant'Anna nació en el año del buey en Novo Hamburgo, Rio Grande do Sul. Es cineasta, músico y cuando era pequeño se pegó el ojo izquierdo con súper cola. Tiene planes de mudarse para Barcelona. Andarilhos es sólo uno de sus varios cortometrajes. A él lo pueden contactar aquí: leo.xes@hotmail.com

Tuesday, September 11, 2007

Despertar

Introduzco mi dedo largo y huesudo en la boca de Tió. Palpo sus colmillos, toco su paladar y el me sonríe con mil dientes, sorprendido de esta penetración bastante inusual. Su lengua es húmeda como todas las lenguas que conozco, con esa textura de ostra y ese sabor de saliva que me hace adormecer. Entonces introduzco de nuevo, esta vez mi lengua, y cito a Cerati: “tómate el tiempo en desmenuzarme”.

No hay comienzos, solo continuaciones. Todo empezó un 29 de octubre, o, el primer día se extendió tres más en un aeropuerto en Nueva York, o, fue cuando llegué a su casa bajo la lluvia. Desde entonces no tengo sombrilla. Y hace mucho que no tengo cama.

Bienvenidos.