Monday, July 14, 2008

Buenos Aires se ve tan suceptible

En Buenos Aires crece dentro de mí como una hogaza el amor que siempre le tuve a las panaderías. Me consuela saber que por lo menos crece algo en el tiempo de la bergamota y la china mandarina, cuando mis propias redondeces son frutos estériles. Lleno mis vacíos de galletitas azucaradas y pienso, como diría Mara, en la infinita ternura de los hornos. A veces me asaltan graves pensamientos de pan con mantequilla.

Hace un año que resolví dejar el eterno limbo de la preñez espiritual y parirme un camino que tuviese corazón. No me he desviado ni un sólo minuto del trecho, siempre hice que un pie fuera al frente del otro, contemplé los cielos, traté de sonreírle a los pájaros. Que me condujo hasta aquí, hasta este recinto de sangre y luto, no lo sé. Deshice todos los lazos. Regalé todo lo que amaba; las plantas, a Medianoche. He arrojado el doctorado por la ventana. Me sometí a un despojo clandestino que ha removido de mis entrañas el fermento de mi propia levadura.

Antes de irme, planté semillas con la vana ilusión de que algo me sobreviva. Sé que probablemente se las comerá el invierno. Como prueba de que todo aconteció, sólo han quedado unos cuantos libros de Caio que en estos momentos vuelan de vuelta a casa en una pequeña caja de cartón. De aquí a poco intentare alcanzarlos. Ya no quiero ser nómada.

Saturday, July 5, 2008

Finalmente el avión se estrelló en Porto Alegre. Salí ilesa.