Hoy es el primer día de un traslado más. Me voy para casa de Matos con mis dos maletas, con todos mis huesos, con la sangre que me reventó en el vientre desde que Tió se puso a administrarme fármacos en contra de mi voluntad.
Lo del trabajo no funcionó, pero eso no es nueva noticia, hacía mucho que no estaba funcionando. Me alegra que no haya funcionado. Sólo que ahora no sé qué. Hace más o menos mucho que no sé qué. Pero será porque ya han sido encendidas las velas y yo nací bajo una estrella infalible.
A la carrera, entre una cosa y otra, así, directo del paquete, saco una carta. No recuerdo su significado y el libro ya está en la maleta. El caballero de espadas. Habrá que buscarlo.
Llego al puerto alegre [nuevamente] debajo de una lluvia que me hace recordar a Paul Verlaine y mi incapacidad de llorar. “Il pleut dans mon coeur comme il pleut sur la ville.” Llego mojada a casa de Tió por última vez, con unas ganas voraces de chuparme los dedos, de arrancar la cal de las paredes y comérmela, de colocarme en posición fetal debajo de su cama. Pero, mientras dura mi breve estadía en él, se me olvida que llueve.
Sólo vuelvo a inundarme hasta la nariz al encontrarme sola en la casa vacía de Matos, mirando la tele muda, porque no consigo encontrar cómo aumentar el volumen. De la misma manera, no consigo abrir una ventana, no consigo prender la estufa sin que huela a gas, no consigo regular el agua caliente de la ducha, leer el reloj de manecillas o distinguir la derecha de la izquierda. Son incapacidades congénitas; me he convencido. Tió ha admirado mi capacidad para lavar la loza en tiempo récord. Matos me ha llamado una genia en el arte de hacer maletas. También hay cosas que hago muy bien.
Con Matos hablo siempre portugués. Lo hago sorprendentemente bien, considerando los pormenores. Agradezco, entre un millón de cosas que agradezco, que aquí no doblen las películas. Los subtítulos me sirven para guiarme a través del silencio. Sólo que ya estoy comenzando a extrañar la lengua de Tió, y la mía, cuando la hablamos.
Me acuerdo de consultar el libro tan pronto me despierto. Por algo despertar se traduce acordar. Leo. “El caballero de espadas intenta el salto hacia lo desconocido. Se dirige hacia la vía del amor, a partir de ahora sólo andará por caminos que tienen corazón. Es el portador de una buena noticia, la solución de un problema.” Río. La lluvia es una belleza, siempre me gustó. Y le he comprado una violeta a Matos, para cuando regrese.
1 comment:
qué lindo. estás escribiendo hermoso, sigue, por favor, cuéntalo todo. beso
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