Tuesday, November 27, 2007

El lector

Alguien ya debe haberse imaginado a Ana Sal caminando por las calles de Porto Alegre. Alguien debe haberse imaginado esa extraña figura solitaria, calzada de tacos rojos con un perrito negro en la cartera. Añado más, ahora tiene un lápiz y le ha dado por dibujar y luego, en un acto de heroísmo estúpido arranca la página garabateada y se la regala al modelo anónimo. Pero inmediatamente después se arrepiente y se siente como una idiota. O, ha comenzado a dibujar puentes y árboles y a esos no se les puede regalar nada.

Ana Sal sólo hace lo que le gusta, sólo dice lo que le gusta, sólo escucha lo que le gusta. Ana Sal es editada y edita todo el tiempo y su vida es un pastiche de todo lo que nunca fue. Por ejemplo, Ana Sal nunca cuenta que esta harta de ciertas actitudes. De ciertas espiritualidades alternativas que la censuran. Nunca cuenta que lo nasalado le duele a veces en los oídos. Que no quiere que regalen a Medianoche bajo ninguna circunstancia, porque ella no se va para ninguna parte como se han ido, se están yendo y se irán Tió, Matos y Biel.

Ana Sal se preocupa seriamente as vezes de que ella es la única que se queda.

1 comment:

Mara Pastor said...

no es por nada, pero creo que yo soy alguien. :0