Bah. Hoy fue el día de esmelanarse a llorar encima de Matos. Llorar por todo lo viejo y lo nuevo, por los mares y los celos y las cosas que acontecen, por la cúpula y los espejos, que son abominables, porque lo que me gano en mi trabajo no me da, porque no tengo cama. Además soy tan burra que falté al trabajo, pero les juro que el jefe no me había dicho lunes y miércoles. Me había sólo dicho miércoles. Pero yo debí suponerlo, estudié en la UPR. Tal vez pronto no tenga ni ese trabajo que paga tan malo pero que tanto necesito.
Le lloré como no lloraba hace mucho, le lloví como un gigantesco nubarron. Y él me consoló y yo lloré. Yo yo lloré más. Y no paraba de llorar y él de consolar. Y entonces agarré la almohada (suya) sniff, sniff y me propuse atravesar Redenção hasta mi casa, como un [vaga]bond.
El camino a casa es largo y está empedrado de miserias, de motivos para la lluvia. He visto la luna en los ojos de los mendigos cuando me miran, que es casi nunca. Yo siempre los miro a ellos para que no se me olvide que existen. Y siempre recuerdo que hoy ya me he comido mi lata de atún, que están secos los calcetines en mis zapatos y que más tarde dormiré en una cama, aunque no sea mía.
La casa está habitada como me dijo Tió, como yo le dije a Tió que él estaba. Quien antes se llamaba Ochún, ahora no tiene nombre, pero se pasea en el pasillo, yendo del cuarto de Biel al mío. No me simpatiza, diría el Chavo, y lo peor de todo es que nadie acredita en su presencia. Un sujeto que se agrada en batir en las puertas! Bah.
Hoy perfila para noche sin sueño, para pesadillas o muertos que me jalen por las patas.
1 comment:
y ahora para colmo hay que alimentar a medianoche. es que uste no cambia...
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