Thursday, June 26, 2008

Veinte dedos

SE me deforman las falanges cuando me da esta piquiña que tengo como una inquietud. Cada marca colorada, cada pliegue y roncha, picadura o hinchazón entorpece los movimientos de mis nudillos. El frío los obliga y se quedan así, medios entortados.

Hay muchas razones, podría ser un síntoma esto de los dedos como garfios. Una caricia a mitad o la empuñadura de la pluma, la espada, o cualquier otro objeto punzante. Dicen los que saben que hay viruses altamente contagiosos que se recogen con las manos de las camas ajenas. Cosas que se propagan por la saliva y te hacen reventar todas las extremidades. Dice el mito que comezón en las palmas es señal de una gran fortuna que viene en camino.

Debo añadir, para constatar que voy a continuar pobre, el detalle de que no se trata sólo de las manos. Los pies también, mis delicados pies de princesa, están emponzoñados, con las escasas carnecitas tiernas y amoretonadas en protuberancias y pústulas que pican. Se ve mucho menos feo de lo que suena, pero duele más.

Ese es el fenómeno de los últimos días a pesar de que la mayoría de las personas se lo achacan a los nervios o al frío.

1 comment:

Anonymous said...

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