La mamá de Medianoche tomaba una copa de vino. La mamá de Medianoche fumaba um bek. La mamá de Medianoche se despedía. La mamá de Medianoche no pensaba en Medianoche cuando veía por la ventana caer rayos, truenos, centellas y litros y litros de agua, como si de repente el mar su hubiese invertido.
Stanis preguntó por la niña de nariz mojada y pupilas negras, si se mojaba, si tenía miedo, allá atrás, en la terraza. Stanis ni siquiera era muito chegado con ela. Stanis preguntó y la mamá de Medianoche sorbió el vino de su copa verde y él llamó la lluvia de furacão y la convenció de guarecer la niña en el cuarto de servicio.
La mamá de Medianoche llegó a la terraza y vió una inundación. Vió la cajita de Marlboro Light y dijo, Ven, minha filha. Vamos sair daquí. Y cuando se agachó para agarrarla Upa, la caixinha estaba vacía. “Alguem vio Meia-noite?” dijo Biel con cara de pocos amigos. La puerta de la cocina estaba abierta.
La mamá de Medianoche salió inmediatamente a inspeccionar cada andar del predio por si Medianoche había ido a casa del vecino, por si lloraba en la escalera. Nada. La mamá de Medianoche se asomó a la calle y sólo vio oscuridad y lluvia. Entonces regresó al terceiro andar. Matos e Ieu batían um papo en la sacada, ajenos. Medianoche no está, interrumpió. Se perdió. Desapareció.
Stanis se mojaba afuera caminando la Lopo Gonçalves de arriba a abajo, silbando. Matos e Ieu también. La mamá de Medianoche también. En la esquina, como en todas las esquinas de Porto Alegre, un maluco desafiaba la cordura y el agua. Fue él que apuntó en la dirección correcta. La mamá de Medinoche lembro de la Travessa dos Venezianos al pasar la bocacalle. Ella dijo: aquí tiene que estar.
Y allí fue que la mamá de Medianoche encontró a Medianoche debajo de un carro, apavorada, do mesmo jeito que aquele primeiro día. Y la menina que fica con duas orelhas cuando Chuc se lo pide, regresó a casa y mora en la sacada y caga y come y me hace feliz.
Stanis preguntó por la niña de nariz mojada y pupilas negras, si se mojaba, si tenía miedo, allá atrás, en la terraza. Stanis ni siquiera era muito chegado con ela. Stanis preguntó y la mamá de Medianoche sorbió el vino de su copa verde y él llamó la lluvia de furacão y la convenció de guarecer la niña en el cuarto de servicio.
La mamá de Medianoche llegó a la terraza y vió una inundación. Vió la cajita de Marlboro Light y dijo, Ven, minha filha. Vamos sair daquí. Y cuando se agachó para agarrarla Upa, la caixinha estaba vacía. “Alguem vio Meia-noite?” dijo Biel con cara de pocos amigos. La puerta de la cocina estaba abierta.
La mamá de Medianoche salió inmediatamente a inspeccionar cada andar del predio por si Medianoche había ido a casa del vecino, por si lloraba en la escalera. Nada. La mamá de Medianoche se asomó a la calle y sólo vio oscuridad y lluvia. Entonces regresó al terceiro andar. Matos e Ieu batían um papo en la sacada, ajenos. Medianoche no está, interrumpió. Se perdió. Desapareció.
Stanis se mojaba afuera caminando la Lopo Gonçalves de arriba a abajo, silbando. Matos e Ieu también. La mamá de Medianoche también. En la esquina, como en todas las esquinas de Porto Alegre, un maluco desafiaba la cordura y el agua. Fue él que apuntó en la dirección correcta. La mamá de Medinoche lembro de la Travessa dos Venezianos al pasar la bocacalle. Ella dijo: aquí tiene que estar.
Y allí fue que la mamá de Medianoche encontró a Medianoche debajo de un carro, apavorada, do mesmo jeito que aquele primeiro día. Y la menina que fica con duas orelhas cuando Chuc se lo pide, regresó a casa y mora en la sacada y caga y come y me hace feliz.
2 comments:
sardienta não facsímil, buen título pa poemario. besos
ese comment iba más arriba, aquí es: medianoche, espavílate, mija, que no puedes asustar así a ana sal.
Post a Comment